El 2 de agosto de este año, falleció Walter Orthmann, a los 102 años. El libro Guinness de los récords le incorporó en 2021 como la persona que llevaba más tiempo trabajando en una misma empresa. Este ciudadano entró en la fábrica textil Renaux View con quince años y permaneció en la misma compañía hasta los 101. Es posible que eso animara al presidente del Círculo de Empresarios a proponer al gobierno a retrasar la jubilación a los 72 años. La entidad, que preside Manuel Pérez-Sala, cree que la reforma del sistema de pensiones no asegura su viabilidad, es profundamente insolidaria y exigirá un gran sacrificio a los ciudadanos en activo. La idea no ha sido bien recibida ni siquiera por los propios empresarios, pues los presidentes de la CEOE y de la Cepyme se han desmarcado de ella, mostrando su sorpresa por los términos de la propuesta. Los políticos han fingido que no habían oído esta recomendación. Si alguien quiere perder las elecciones, solo tiene que incorporarla a su programa electoral.
En estos momentos, la edad de jubilación en España es de 66 años y en el 2027 se situará en los 67. En Francia, pasar de los 62 a los 64 años ha sido objeto de uno de los estallidos sociales más violentos que se recuerdan y ha puesto contra las cuerdas al Gobierno de Emmanuel Macron. Hay cuestiones que se deben medir bien y explicar mejor, pero sobre todo han de ser el resultado de amplios consensos. En nuestro país se ha apostado por un retraso gradual, con la complicidad de los agentes sociales. Pero proponer adelantar a Lesoto, en el sur de África, como el país con la edad de jubilación más alta (70 años) resulta una ocurrencia. No hay que creerse a multimillonarios de Silicon Valley, como Peter Thiel, fundador de PayPal, que está convencido de que la muerte es un problema que puede resolverse e invierte en los llamados fondos de la eternidad, mientras mantiene una dieta de hormonas de crecimiento.
En realidad la decisión de jubilarse debería ser voluntaria a partir de los 60 años. Hay quien a esa edad ya se puede jubilar por el tipo de trabajo que desempeña, y, en cambio, otros por otro tipo de trabajo podrían jubilarse mucho más tarde. Había quien sostenía que la gente debía de estar sin trabajar y cobrando hasta los 35 años, y luego trabajar hasta el final de sus días, puesto que así podría disfrutar de la precuela de su jubilación con plenas facultades físicas y mentales que son las que merman a partir de los 65/70.
Hay a quien la jubilación le sienta bien, como es el caso del expresidente del Gobierno José Luis Rodrigues Zapatero, y a otros les sienta fatal como a Felipe González o Alfonso Guerra. Es una lata el trabajar, cantaba Luis Aguilé, mientras que Neil Postman nos decía divertíos hasta morir, pero para conseguirlo hacen falta tiempo y dinero, y aun así saber vivir no es fácil, y encima, a la vejez hay que sumarle la soledad cada vez más imperante entre los mayores. Sobre la soledad reflexionaba Cioran: "Me dirijo a vosotros, a todos los que conocen hasta dónde puede llegar la soledad del hombre, hasta dónde la tristeza de ser puede oscurecer la vida y el pálpito del ser sacudir este mundo. Y lo hago más para unir nuestras soledades que para saber lo que yo también estoy experimentando. Hermanos en momentos de desesperanza, de tristeza oculta y de lágrimas contenidas, a todos nos une el mismo deseo loco de huir de la vida, el mismo pavor de vivir, la misma timidez de nuestra locura. Hemos perdido el valor de tanta soledad y nos hemos olvidado de vivir por pensar demasiado en la vida. ¿Acaso toda nuestra soledad no habrá hecho sino llevarnos a la muerte y todas las desilusiones solo al renunciamiento? ¿Por qué la nada ha de ser nuestra muerte? Hemos meditado demasiado sobre nosotros mismos como para que la vida no nos haya castigado, y hemos amado demasiado a la muerte para poder seguir hablando de amor.
Solo hay vida donde hay un comienzo continuo; y nosotros no hemos hecho, sino terminar la vida a cada instante, y ¿qué es todo nuestro ser sino un eterno fin?. A nosotros, a los que estamos más solos, a los que la vida deja de lado, ¿quién nos infundirá la esperanza de olvidarnos de morir?. Hermanos en la desesperanza, ¿hemos olvidado acaso la fuerza de nuestras soledades, hemos olvidado que los más solos son los más fuertes? Pues ha llegado la hora de que nuestras soledades adelanten al rebaño, que venzan toda resistencia y lo conquisten todo.
La soledad dejará de ser estéril cuando a través de ella el mundo sea nuestro, cuando lo engullamos con nuestros desesperados ímpetus. ¿Qué sentido tiene toda nuestra soledad si no es la suprema conquista, si con ella no lo vencemos todo? ¡Hermanos! ¡Nos espera la conquista suprema, la última prueba de nuestras soledades! ¡Este mundo tiene que ser nuestro, de los más solos, de los que tienen que recuperar la vida! Estamos perdidos si no recuperamos todo cuanto hemos perdido, si no lo recuperamos todo. Solo así nuestro valor resucitará y solo así aprenderemos a vivir.
No sé cuántas soledades hacen falta para conquistar el mundo; pero sé que solo unas cuantas bastan para hacerlo temblar. Porque el mundo no puede ser más que nuestro, de los que no hemos vivido."